Recuerdos de amores recién envejecidos
Ciudad de Mar del Plata. Las parejas de enamorados, motivados por su impulso romántico unas veces, o por el simple carácter imitativo de la especie otras tantas, van pasando por esa suerte de Ponts des Arts playero para depositar tras de sí aquellos candados lustrosos como fieles testigos de sus genuinos amores.
Pero vaya uno a saber por qué razón, acaso por falta de vuelo imaginativo o por culpa de nuestra mediocre industria nacional, estos candados no suelen estar a la altura de las exigencias del sentimiento que respaldan y se consumen, se degradan antes de lo esperado.
Yacentes en larga fila, cantidades de recuerdos de amores de diversa intensidad pasan el día a la intemperie, corroyéndose resignadamente bajo el sol y la lluvia, a la vista de miradas ocasionales. Hacen lo que pueden. O quién sabe, no sería extraño que el amor en esta época de consumo también sufriera de obsolescencia programada.
A veces, entre esa multitud olvidada sobresale algún candado con la marca de algún enamorado mal correspondido, pero eso ya es otra historia.
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