Tapera del camino
Recorrer las sierras y colinas precordilleranas resulta una experiencia incompleta para los sentidos hasta que uno se cruza con una de esas taperas que adornan apaciblemente el costado del camino, y que rompen inesperadamente con la uniformidad del paisaje.
Coronadas de palos desnudos blanqueados por el sol y con el barro de sus paredes regresando lentamente a la tierra donde pertenece, esas presencias no solo combinan a la perfección con la soledad que reina en el ambiente, sino que además la manifiestan como una revelación ante los ojos de quien mira, en un extraño contrapunto entre belleza y desamparo que parece prevalecer en cada rincón del paisaje.
(Locación: Ruta Provincial 32, paraje Pichaihue, departamento de Loncopué, pcia. de Neuquén)
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