VICIA FABA

Originarias del Norte de Africa y del Asia Menor, las habas han sido parte de nuestra alimentación desde hace más de 4.300 años, aunque no siempre gozaron de gran aceptación.

Egipcios, griegos y romanos sostenían que en ellas vivían las almas de los muertos.

Por tal razón los egipcios las consideraban impuras y además sostenían que los campos donde crecían eran las antesalas donde los difuntos aguardaban el juicio para que se les concediera una nueva reencarnación.

Algunas corrientes historiográficas vanguardistas sostienen que muchos faraones optaron por aguardar el próximo turno alojados en sus descomunales pirámides solo para evitar la posibilidad de ser engullidos accidentalmente por rumiantes o labriegos durante la espera.

Pitagóras por su parte, les prohibía a sus seguidores que las comieran para evitar el peligro de lastrarse a algún conocido o a un pariente.

Los romanos también alimentaban esas creencias, hasta que el emperador Carlomagno con espíritu práctico, mandó a plantarlas por todas partes para hacer harina y no depender del trigo inglés de la reina Isabel I.

Siguiendo los dictados de Carlomagno, las mías probablemente terminen dentro de algún guiso, mal que les pese a Pitágoras, a egipcios y a romanos.

 






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